En el post
anterior, conocimos lo importante que es para nuestro cuerpo poder procesar los
alimentos que tomamos (alimentos y otras sustancias como medicamentos, suplementos, etc.), no quedándonos únicamente en su cantidad y variedad, y
así alimentarnos de una manera equilibrada.
Hoy prestaremos
más atención a los detalles y signos que nos pueden avisar de una disminución
de esta capacidad.
¿En qué necesitamos poner nuestra atención cuando
queremos saber como se encuentra nuestro sistema digestivo?
Es importante fijarnos en
una serie de “pequeños detalles”, como:
- Pesadez y somnolencia después de haber comido: después de comer se acumula más sangre de lo normal en la zona intestinal para poder llevar a cavo la digestión; por lo que se produce una ligera sensación de cansancio y sueño (la sangre se retira de los músculos y el sistema nervioso); si ese cansancio y sueño se hacen pesados o se prolongan demasiado tiempo, puede ser porque la digestión esté costando más trabajo de lo normal, debido a la incapacidad para procesar el alimento.
- Hinchazón y gases.
- Acidez.
- Estreñimiento o diarrea.
- Dolores de cabeza.
- Mocos espesos o mucosas secas: nariz, boca, garganta, etc.
- Picor en el cuerpo: piel de la cara, ojos, alrededor de la boca, zona del ano, palmas de las manos, plantas de los pies, etc.
- Hemorroides (por congestión hepática o intestinal).
- Congestión e hinchazón de cara, ojos, brazos y/o piernas.
- Abdomen duro: la musculatura intestinal o del estómago está contraída.
- Abdomen hinchado: gases y líquidos estancados.
- Aspecto general congestionado: a partir de los treinta y tantos, muchas personas empiezan a estar hinchadas (“empiezan a engordar”), podemos fijarnos en las fotos de cuando eran adolescentes.
- Cansancio, falta de vitalidad.
- Bajo rendimiento.
- Sensación de estar saturado.
- Problemas respiratorios.
- Problemas menstruales como el dolor.
La mayoría de signos pueden llegar a no ser sentidos como un problema corporal, por ser muy habituales o casi “naturales”. Incluso nos puede parecer
“raro” si nos dicen que no tenemos porqué padecerlos o alguien nos advierte de
que no son normales.
Muchos de ellos se podrían estar generando por un
problema del sistema digestivo para procesar correctamente.
Muchas personas quedan impresionadas con la gran
variedad de aspectos de su vida que mejoran cuando incrementan su capacidad de procesar
alimentos (además de: suplementos alimenticios, medicamentos, etc.), incluso, si realizan un gesto tan aparentemente sencillo y sutil, como dejar de tomar una sustancia que les producía algún tipo de intolerancia.
¿Cómo
me puede afectar esta incapacidad de proceso?
Es necesario entender el vínculo que
existe entre lo que tomamos y los diferentes problemas corporales que estemos
padeciendo.
Puede que notemos que estamos más
bajos de energía de lo normal, que suframos dolores de cabeza o que nos sintamos
hinchados en comparación a cuando teníamos 20 años. Nada de esto es normal;
como hemos podido ver, quizá sea habitual, pero no normal.
Desde que introducimos el alimento en
nuestra boca hasta que lo eliminamos completamente, pueden llegar a pasar desde
10 horas, hasta varios días, dependiendo del tipo de alimento y el estado en el
que se encuentren los órganos de nuestro tracto digestivo.
Durante todo este tiempo podemos tratar
de asimilar un alimento o producto que nuestro organismo rechace.
Hablamos de un mínimo de 10 horas, en las que nuestro cuerpo produce respuestas que pueden dañar la mucosa y tejidos de los
órganos y vísceras del interior. Además, dedicamos una energía que si
no es normal y fluida, puede transformarse en perdida y obstrucción; saturándonos y agotándonos por completo, y disminuyendo la capacidad para
encontrar nuestro equilibrio en otros planos de nuestra vida. De aquí los
problemas que podemos tener sin que aparentemente tengan conexión alguna con nuestra
digestión.
Por ello quizá sea necesario e
importante para todos nosotros, prestar atención a nuestro cuerpo y los cambios
que producen en él. Los signos de los que hablamos, son forma de comunicarse con nosotros y nuestra
oportunidad de comunicarnos con él; con lo que podríamos evitarnos problemas serios.
¡Noto
que desde hace tiempo, algo no va bien!
Como hemos dicho, comunicarnos con
nuestro cuerpo es un plano desde el que podemos conseguir otra comprensión de
nuestra realidad y de la naturaleza de lo que nos sucede a cada día, y que, tal vez,
nos ayude a tomar decisiones más acertadas de lo que podríamos estar acostumbrados.
Todos sabemos que con el paso del
tiempo, muchas elecciones pueden revelar no haber sido las más adecuadas
para nosotros y nuestra vida (ver Antiterapia).
Si sentimos que desde hace algún
tiempo algo no va bien en nuestra vida, y creemos que es positivo hacer un repaso de
nuestros hábitos; sería un error olvidarnos de nuestros hábitos
alimenticios; así como no tener en cuenta productos o sustancias que tomamos desde hace meses o años. Ya que pueden ser el origen del problema que sufrimos.
Sin embargo, no solo se trata de como
nos alimentamos; en ocasiones hemos vivido una tensión debido a un suceso o
problema de tipo: familiar, pareja, laboral etc. O, incluso, una operación, un
accidente, una enfermedad, etc. Que a terminado por comprometer nuestra forma de
asimilar el alimento y otras sustancias; haciendo que nuestro cuerpo tenga
dificultades para procesar adecuadamente las sustancias que antes no nos
generaban un especial problema.
Cuando sentimos esto, antes de
decirnos que “es la edad” o “es normal”, no prestando atención a nuestras
sensaciones; sería interesante que revisáramos nuestra historia personal desde
la premisa de que nada en nuestro cuerpo esta aislado lo uno de lo otro y todo
puede tener una relación más o menos directa, aunque nuestra forma cartesiana
de pensar ponga bastantes trabas a este hecho (desde descartes se separa nuestra mente
de nuestro cuerpo, dándole mucho más valor a la primera).
¿Cómo
funcionamos?
El sistema digestivo es un grupo de
órganos que se encuentran coordinados (como en una cinta trasportadora), para extraer
energía y nutrientes de nuestro medio. Tal y como hemos visto, su buen estado
es esencial para nuestra vida.
Muchos de los problemas que padecemos
provienen de la forma en la que este grupo de órganos es capad de hacer su
trabajo.
Si el sistema circulatorio es como las
mangueras que riegan todo nuestro cuerpo por dentro, lo que el sistema
digestivo toma del alimento, es el fertilizante que lo nutre y hace crecer, y
del que conseguimos el aspecto vivo y radiante de las plantas de nuestro jardín.
Esto quiere decir que en gran medida,
la forma en que nos sentimos nace de dentro, de la manera en que funcionamos
por dentro, mostrándose simultáneamente en el resto de planos de nuestra vida.
Hasta aquí el 3 post de la primera
parte. En los dos siguientes post de la segunda parte, intentaremos hacer
llegar algunas sugerencias con las que cuidar, y si es posible, mejorar, el
funcionamiento de este, nuestro sistema digestivo.
Más artículos sobre el tema:
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Telf: 665 19 76 13.
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