miércoles, 25 de julio de 2012

El ombligo del mundo




“ Tirar del hilo de una de estas tensiones, puede ser el principio para corregir o cambiar una limitación relacionada con alguno de los planos o funciones que las diferentes tradiciones, incluida la occidental, relacionan con el ombligo ”.

El ombligo es considerado por algunas religiones como el centro de la persona; la religión budista dice que el ombligo es el centro de la persona, el centro del ego.

La religión Hindú llama al segundo chacra (uno de los siete centros de energía dedicados al desarrollo personal del individuo), el chacra del ombligo.

En nuestra cultura tenemos frases como: “ser el ombligo del mundo”, haciendo referencia a un estado en el que no se sabe, quiere o puede mirar hacia a fuera o recibir de lo de fuera; un estado en el que uno se encuentra centrado exclusivamente en sí mismo, con todo lo positivo o negativo, según el caso, que pueda resultar esto; un estado que influye en la manera de relacionarse a través de, entre otras cosas, la manera de dar y recibir, con tensión o sin tensión (dependiendo de la tensión con que se haga, el resultado de dar o recibir podrá originar diferentes percepciones; desde la sensación de no recibir de los otros porque “no te dan”, a la de que los otros “no quieren recibir de nosotros”, siendo, quizá, engañosas ambas).
Curiosamente, el segundo chacra, mencionado anteriormente, es el encargado de que la persona empiece a sentir la necesidad de salir hacia a fuera, conociéndose a través todo aquello que no es ella, e incorporar así nuevas experiencias que luego ordenará gracias a las energías de su tercer chacra.

El ombligo no deja de ser una cicatriz (ver cicatrices), del cordón umbilical que nos unía a la placenta y, a través de esta, a la madre.

Para varias corrientes terapéuticas, este vínculo físico entre madre e hijo puede dejar paso a uno energético, y con ello, a algún tipo de tensión en el momento de la separación de ambos, haciéndose tal separación con más o menos tensión.

Para los chamanes sudamericanos, los vínculos con una persona pueden depender del estado de esta parte del cuerpo. Llegan a visualizar como nos unimos a una persona o a un grupo, a través de unos “hilos de energía sutil” que surgen de la zona del ombligo y del segundo chacra.

Una vez realizada la separación física entre dos personas: madre-hijo, pareja, amigos, etc. Estos pueden seguir unidos de una manera energética (no sólo se mantienen relaciones a través del recuerdo o de manera cerebral), por lo que podrían sentir tensiones de sus experiencias pasadas, que terminen afectando a sus vidas personal y social en la actualidad, repitiéndose a su vez en siguientes relaciones.

Los ejemplos anteriores son parte de las referencias que hacen al ombligo y la zona del vientre, algunas de las culturas y tradiciones más afianzadas y seguidas del planeta.

Por esto es importante saber si se tiene un problema en esta zona, que esté condicionando la manera de relacionarse de la persona, consigo misma y con su entorno.

Cada cultura tiene sus propios medios, uno de los utilizados hoy en día es el de preguntar al cuerpo, siendo, él mismo, el que comunica si sufre algún problema o no.

De esta forma se puede valorar si existe una tensión en cualquiera de las estructuras o funciones relacionadas con el centro del ombligo (o el ombligo mismo):

  • El 2º chacra.
  • En campos y cuerpos sutiles de la zona del abdomen (ver tradición hindú o chamánica).
  • Cicatriz (el ombligo es una cicatriz y puede haber quedado alguna tensión del momento del parto; pudiendo ser: física, química, energética o emocional).
  • Dar y recibir (se trata de funciones relacionadas con el chacra del ombligo).
  • Poder o no poder salir de uno mismo (“ser el ombligo del mundo”).
  • Aceptación saliendo de la isla al agua, donde puede haber un encuentro con los demás, sin tensión.
  • Aceptación estando higiénico cuando me relaciono con los demás.
  • Tensión o no, con personas y relaciones del pasado con las que aún se nota y se puede tener algo pendiente: improntas, etc.


Una de las maneras más interesantes de preguntar al cuerpo y encontrar y valorar la tensión o tensiones que se producen en alguno de sus planos, son los tests de biofeedback (ver tests de biofeedback y Antiterapia).

Los tests de biofeedback, son un sistema de comunicación con el cuerpo que hace posible, entre otras cosas, detectar el lugar donde el cuerpo perdió una parte de su capacidad de adaptación.

Las bases del método establecen que en el cuerpo pueden aparecer tensiones difíciles de apreciar conscientemente, porque éste las adapta y “esconde” en algún momento de su desarrollo y aprendizaje.


Tensiones que no pueden corregirse a través del acostumbrado proceso de razonamiento, con el que normalmente se aborda la vida, y, por extensión, la terapia (la persona termina agotada o rendida, porque no puede encontrar la solución).


Básicamente, el filtro no puede ser la mente porque no permite detectar las tensiones verdaderamente importantes (de ahí una de las razones de la manera de actuar de la Antiterapia y su enfoque esencialmente corporal); tensiones que son el origen de limitaciones, adaptaciones futuras y desgaste energético:

"Ella no sabe que es ciega, una y otra vez pregunta a su cuidadora que a dónde le a traído, pensando que mí casa está oscura. Qué difícil es recuperarse de una enfermedad cuando no somos conscientes de ella."

(Texto de una carta de Séneca dirigida a su amigo Lucilius).

Los tests que se verán a continuación servirán para abrir boca y conocer un poco más sobre la manera en que el cuerpo responde a diferentes estímulos, dependiendo de si hay una tensión guardada con ellos o no.

Aunque permitirán jugar y experimentar con ellos en casa o con amigos (son algunos de los tests que se utilizan en algunas de las presentaciones de Antiterapia), para su aplicación profesional será necesario contar con una mayor preparación y experiencia, así como con la ayuda de un experto en el tema.

Debido a lo comunes que son hoy en día y lo fáciles que pueden ser para chequear en un primer momento, se utilizarán las cicatrices que se tengan en el cuerpo (empezando por la del ombligo), valorando algunas de las tensiones que estas puedan estar produciendo.

Debemos tener en cuenta que el cuerpo hace adaptaciones de estímulos que no procesa bien, y que pueden estar generando un problema en cualquiera de los planos y funciones relacionadas con el ombligo y sus centros energéticos.

Es positivo abrir la mente a las diferentes posibilidades de respuesta del cuerpo, siendo especialmente importante y necesario cuando se experimenta algo por primera vez. 


Sólo se conoce una ínfima parte sobre cómo funciona el cuerpo, en parte, por el filtro mental al que uno puede estar acostumbrado desde niño (este filtro no es malo ni bueno, sencillamente, se puede utilizar a favor o en contra, en exceso o defecto, siendo, aprender a utilizarlo a favor de uno mismo, una necesidad esencial para muchas personas cuando buscan su salud), como dice el refrán:

El cuerpo tiene razones que la razón desconoce”


Primer test de cicatrices: Piel (empezar sobre el ombligo).

  • Bajar a tocar el suelo con las manos, sin flexionar las piernas.
  • Poner la mano sobre el tejido superficial de la cicatriz y arrastrarlo suavemente en círculo.
  • Bajar de nuevo a tocar el suelo con las manos, sin flexionar las piernas.
  • Si ha variado el recorrido al volver a bajar, el test indica que la cicatriz mantiene como mínimo tensiones relacionadas con la flexibilidad de la piel.


Segundo test sobre cicatrices: la fascia (por debajo y alrededor del ombligo).

  • Como en el anterior, bajar a tocar el suelo con las manos, sin flexionar las piernas.
  • Estirar el tejido profundo de la cicatriz hundiendo en ella los dedos de uno a dos centímetros.
  • Bajar de nuevo a tocar el suelo con las manos, sin flexionar las piernas.
  • Si al bajar a tocar el suelo, existe una variación de su elasticidad, se hace evidente la existencia de una tensión en las fascias situadas en la zona que hay debajo de la cicatriz (esto puede condicionar en funcionamiento fascial que se relaciona con otras partes y sistemas de cuerpo).


Tercer tests: propiocepción de la piel (ver: "relación de la piel con problemas de cuello y hombro").

  • Bajar a tocar el suelo con las manos, sin flexionar las piernas.
  • Poner la mano sobre la superficie de la piel de la cicatriz; esta vez, no se arrastra ni presiona para conseguir un estiramiento, solamente se roza o acaricia la piel, notando la sensibilidad de esta al roce del dedo.
  • Bajar de nuevo a tocar el suelo con las manos, sin flexionar las piernas.
  • Si ha variado el recorrido al volver a bajar, el test indica que la piel que se encuentra sobre la cicatriz tiene un problema de propiocepción, lo que puede crear una mala información a los centros que controlan el tono muscular, entre otras cosas.


Los tests pueden mostrar una tensión en alguna de las partes o sistemas chequeados; tirar del hilo de una de estas tensiones puede ser el principio para corregir o cambiar una  incapacidad relacionada con alguno de los planos o funciones que las diferentes tradiciones, incluida la occidental, vinculan con el ombligo, y que, tal vez, estén generando problemas en la vida de la persona.

Al igual que con las cicatrices, podemos valorar si existe tensión con dar y recibir, el encuentro con otros o la relación con la madre, pareja, amigos, etc. Sin embargo, puede que antes sea necesario realizar los protocolos encargados de optimizar la respuesta corporal a un estímulo, ya que en casos como estos, puede haber tensiones lo suficientemente importantes como para que el cuerpo no pueda mostrarlas sin recibir antes un poco de ayuda externa, y que, en todos caso, requieren de saber hacer la pregunta de la manera correcta.

Puesto que se relacionan con planos de la vida lo suficientemente delicados y sensibles, como para distorsionar la percepción clara de una persona, lo más prudente es buscar la ayuda de un experto para que sea él el que nos guíe.


Petición de cita: 
Telf: 665 19 76 13.

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