La ciática es el dolor
producido a lo largo del trayecto del nervio ciático, que tiene como condición la inflamación del mismo.
El dolor se puede sentir a lo
largo de la parte posterior y externa de la pierna, desde la parte del glúteo
hasta la zona del empeine y meñique del pie.
Suele ser agudo, y, en
ocasiones, le acompañan sensaciones de quemazón, hormigueo y/o pérdida de
sensibilidad y fuerza.
El origen es variado; a nivel
físico o estructural, puede aparecer por el deterioro de los discos que se
encuentran entre las dos últimas vértebras lumbares.
El tratamiento puede ser
manual y/o médico, llegando algunas veces al quirúrgico, donde será necesario
llevar a cavo una buena recuperación de los tejidos de la zona, debido a la
cicatriz, la inflamación y retracción de estos, por ejemplo tratándose de:
- Meninges.
- Fascias lumbares, pélvicas y abdominales.
- Ligamentos de las articulaciones lumbares, sacroiliacas y pélvicos en general.
- Vísceras abdominales: intestinos delgado y grueso.
- Vísceras pélvicas: vejiga, colon sigmoides (tramo final del colon), útero, ovarios, etc.
No obstante, algunos
tratamientos no tienen el efecto esperado debido a que, en ocasiones, el origen
no se encuentra en la lesión de los discos articulares, sino más abajo, en la
presión que ejerce el músculo piramidal sobre el nervio ciático cuando este
está excesivamente contraído.
El músculo piramidal se
encuentra en la zona glútea, se origina en el hueso sacro, donde adquiere su
forma más abierta, y se inserta sobre el trocánter mayor de la cadera, que es
una zona más pequeña, lo que le hace más estrecho que en su origen, dándole un
aspecto triangular o piramidal; para hacerse una idea mejor de su localización,
vendría a estar más o menos, a la altura del bolsillo trasero de un pantalón
vaquero.
Cuando este músculo se
contrae puede llegar a irritar el nervio ciático, produciendo el dolor
característico de una ciática, ya que parte de las fibras de este pasan a
través del vientre del músculo.
El nervio ciático pasa
normalmente por debajo del músculo piramidal, a veces, por arriba, y en otras
ocasiones entre medias de las fibras del vientre muscular; la relación de las
fibras del nervio con el músculo, es directa, lo que ocasiona que los cambios
de tono en el músculo puedan afectar al nervio*.
Al mismo tiempo, la tensión
del músculo puede “arrastrar” el hueso sacro, que es la base de la columna
lumbar, y provocar una escoliosis (desviación de la columna), lo que estira e
irrita el nervio; La desviación de la columna añade tensión a los discos
vertebrales aumentando la posibilidad de lesión.
La manera de liberar la
presión es reducir la contracción del músculo, devolviéndole, en la medida de
lo posible, su tono normal.
Por su puesto, esto pasa por
encontrar el origen de la contracción excesiva de este, ya sea:
- Desviaciones de columna.
- Lesiones.
- Traumatismos.
- Cirugías.
- Golpes directos.
- Mal apoyo de la base del cuerpo (lesiones ascendentes por calzado inadecuado, esguinces de tobillo, etc.).
- Lesiones descendentes por problemas de cuello, boca, hombro, etc.
- Alteraciones viscerales: abdominales (riñones, intestinos), o pélvicas (vejiga, ovarios, mucosa de vagina, próstata, etc.).
Una vez descartados diferentes
problemas, y solucionado el origen principal, se pueden utilizar técnicas de
regulación del tono nervioso del músculo, como por ejemplo:
Técnica de Jones:
Se trata de la búsqueda de un
“silencio sensorial” durante unos 90”, que corta el “arco reflejo” que mantiene
excitadas las terminaciones nerviosas del músculo, impidiendo su relajación.
Técnica de inhibición
directa:
Se trata de una presión
directa sobre el músculo, con el dedo o un objeto romo, que produce una
isquemia o falta de sangre en la terminación nerviosa, disminuyendo su
sensibilidad y deteniendo la respuesta refleja que mantiene el músculo
contraído.
Estiramientos isométricos:
Son estiramientos del
músculo, previa contracción del mismo durante unos pocos segundos, lo que
provoca la inhibición refleja de los órganos sensoriales situados en los
tendones de los músculos trabajados.
Músculo-energía: similar a la
anterior.
Aplicación de frío o calor,
según sea el caso:
El frío tiene un efecto
analgésico por la inhibición que crea en el nervio al producir la retirada de la
sangre en la zona (ver como después de colocar un hielo sobre la piel, esta
aparece blanca); el calor a menudo tiene un efecto sedante, aunque suele ser
menos fuerte que el del frío, no se debe descartar su utilización, ya que puede
ser el indicado.
Técnica neuromuscular:
Tiene un efecto de regulación
general sobre el sistema nervioso simpático y parasimpático, que mejora la
circulación, y por lo tanto, la congestión del músculo; además, la técnica
recorre el trayecto de las raíces nerviosas que inervan los músculos,
consiguiendo un efecto sedante.
Más información sobre el tema en el artículo:El síndrome del piramidal: ¿qué es? ¿cuáles son sus causas y síntomas más comunes?.
*Se puede encontrar una imagen
en Travell y Simons: Myofascial Pain and Dysfunction, 1983.
Petición de cita:
Telf. 665 197 613.
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