En un principio se
consideró a la materia viva como homogénea y continua.
Gracias a Robert Hooke,
creador del primer microscopio de 50 aumentos, esta materia se pudo observar lo
suficientemente al detalle como para darse cuenta de que no era continua; no
era toda un solo elemento, sino que estaba compuesta de pequeñas partes y
estructuras bien diferenciadas unas de otras. Esto lo observó Hooke en el 1665.
Hooke fue el que le dio el nombre
a la célula.
En
1670 Anton Van Leeuwenhoek mejora
el microscopio hasta conseguir 300 aumentos, pudiendo estudiar células vivas de
diferentes organismos:
- Parásitos.
- Protozoos.
- Espermatozoides.
En
1830 Theodor Schwann y Matthias Schleiden,
reconocen la importancia de la célula y postulan los que vinieron a ser: los
principios de la Teoría Celular.
Al verlos se puede encontrar
la relación que hay entre algunos de los problemas corporales más comunes y
las células, determinando la capacidad de adaptación y las posibilidades de
salud que puede tener un ser vivo.
De su estudio se sacan algunas
de las ideas y “reglas” más esenciales y básicas a tener en cuenta en el cuidado de una persona:
La
célula es la unidad básica:
Todos los seres vivos están
formados por una o más células, y estas son las más básicas unidades funcionales
del cuerpo.
La
célula es la unidad funcional:
las funciones vitales de los organismos ocurren dentro de las células:
Al ser la unidad básica y funcional, si
la célula no funciona con normalidad tampoco lo hacen correctamente los tejidos
y los órganos compuestos por ellas, y por tanto, las funciones de estos quedan
alteradas; es lo que origina el denominado “problema funcional”.
Finalmente, tras el cambio
funcional, puede aparecer una “enfermedad”.
La
célula es la unidad genética: toda célula proviene de otra preexistente.
Contienen información
importante sobre lo que a de pasar en el organismo y como ha de desarrollarse
este.
Sobre como ha de adaptarse a
situaciones conocidas de antemano por la especie.
Algunas sustancias y
formas de vida pueden cambiar las condiciones en las que habita la célula,
afectando desde su exterior (terreno) a su interior, y alterando los genes que
estas guardan y que representan una oportunidad de supervivencia que costó
mucho trabajo y esfuerzo conseguir a los antepasados:
- Virus.
- Hongos.
- Parásitos.
- Bacterias.
- Nutrición.
- Pesticidas.
- Alimentos.
- Hormonas.
- Adicciones.
- Sedentarismo.
- Enfermedades.
- Medicamentos.
- Metales pesados.
- PH (acidez y alcalinidad del cuerpo).
Debido a la importancia de
las células y lo guardado en ellas por siglos de evolución, es necesario ser
extremadamente delicado y respetuoso con las mismas, y en general, el cuerpo
que forman, por lo que su consideración y cuidado debería de ir parejo al cuidado de
cualquier alteración y estado corporal.
Por otro lado, viendo la
cantidad de funciones de estas (tantas como órganos y funciones más generales hay en el
cuerpo), tenerlas en cuenta y trabajar para que el terreno o medio donde se encuentran esté en buenas condiciones puede ser la respuesta correcta que
marque la diferencia en un mismo tipo de trabajo (un antes y después, un sin o
con, ayuda al terreno y a la célula).
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