Como todo el mundo sabe, para mejorar el
rendimiento de un jugador. Es necesario que este se entrene. Si puede ser, se
realiza un variado número de técnicas (a demás de la alimentación, descanso, etc.). Siendo necesario, para no perdernos, una personalización del trabajo.
Lo que se hace, es aplicar estímulos a su
cuerpo, esperando que los integre (adaptación) y mejore su respuesta el día de
la competición (aprendizaje positivo).
En base a esto, vamos consiguiendo resultados. Pero no puede haber
distracción, porque los rivales crean la necesidad de seguir mejorando. De
nuevo, hay que ponerse al día.
A veces no existen más recursos para hacer que el jugador mejore. Se utiliza todo lo inventado (por lo menos dentro de las posibilidades de cada club).
A veces no existen más recursos para hacer que el jugador mejore. Se utiliza todo lo inventado (por lo menos dentro de las posibilidades de cada club).
En el caso de haber algo nuevo, a veces,
acceder a ello resulta demasiado caro. Por lo que cada uno queda limitado a los
resultados de su categoría y presupuesto. Y no a lo que realmente siente que
puede conseguir.
Aún pudiendo, muchas veces, la técnica que se
aplica de forma correcta y parece la más indicada, no da los resultados
esperados. Siendo la causa, un fallo en el cuerpo a la hora de integrar el
estímulo.
Al final, crecemos según la posibilidades
“externas” (categoría, conocimientos técnicos, país, presupuesto, etc.), en vez
de, por la capacidad real de cada jugador y componente del equipo. Pero:
¿Y si podemos conseguir más con lo mismo?
¿Y si en vez de aplicar más estímulos en el
cuerpo del jugador, se consigue que los recibe diariamente den mejores resultados?
¿Y si una parte de la preparación, se dedica a
mejorar esta capacidad?
Cuando se mejora la capacidad del cuerpo para
asimilar los estímulos propios del entrenamiento y la competición, así como los
propios del trabajo de rehabilitación. Este gana un nivel de aprendizaje mayor
al habitual.
Utilizando esto, hacemos que desarrolle mejores
aprendizajes, que se muestran en una mejora evidente de su estado, y
finalmente, de sus resultados. Es la regla de la adaptación.
Se trata de un método, que no sustituye ninguna
de las funciones de los componentes de un equipo técnico encargado de la
preparación y rehabilitación de los jugadores. Sino que es, por necesidad,
complementario.
Al mejorar la capacidad del cuerpo para adaptar
nuevos estímulos, lo que se mejora es la capacidad del deportista para asimilar
el trabajo del entrenador, preparador físico y fisioterapeutas. En este
sentido, potencia de forma exponencial el trabajo que se viene haciendo en el
equipo, y por lo tanto, los resultados en todas las áreas. Ya que todos tienen
algo en común, el trabajo con el cuerpo.
Como con el resto de actividades. Al incluir
este tipo de trabajo en el seno de un equipo, todos ganan.
Para optimizar el trabajo y conseguir los mejores resultados, se utilizan tests de biofeedback (Leer:
http://tinyurl.com/3gyqxcj) con el objetivo de
hacer una trabajo personalizado (como saben, el cuerpo de un jugador, no es
igual hoy que dentro de una semana).
Esta es el objetivo: mejorar la capacidad del cuerpo del jugador.
Para que éste y el equipo en general, puedan ganar (obtener mejores
resultados) en todas las áreas de trabajo. Y de esta manera, acercarse más a
los objetivos propuestos al principio de temporada.
Por supuesto. No hay que creerlo por el echo de leer o oír hablar de ello,
en cambio, es mucho mejor comprobar por uno mismo el resultado de este método. Como dejó dicho todo un
premio Nobel de física, A. Einstein: “Para conseguir resultados diferentes, es
necesario hacer cosas diferentes”.
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